La vocación de la medicina la llevamos en la sangre desde pequeñas, heredada de nuestra madre que ha visto en nosotras su sueño cumplido de ser médico. Y concretamente la vocación de la dermatología la despertó en mi alma un magnífico maestro, el Dr. Julián Conejo-Mir durante la carrera de medicina. Gracias a su carisma, a su entusiasmo, a su excelencia y sus maravillosas clases supe que quería dedicarme a tratar y sanar la piel de los pacientes que confían en mí. Y esto sigue siendo mi motivación cada mañana: ayudar a los demás, sirviendo desde lo que sé hacer y lo que me apasiona, la medicina.